Llegan fechas señaladas y las invitaciones a comidas y cenas se multiplican. Aquí surge la eterna duda, ¿qué regalo le llevo al anfitrión?
Para empezar, no es estrictamente obligatorio llevar un regalo, pero, en mi opinión, es más que conveniente. Llevar un regalo o detalle es una manera elegante y educada de agradecer la invitación a esa persona que ha querido compartir contigo un momento especial en su propia casa.
Por desgracia, no hay un regalo “estándar” que nos saque del “apuro”. Tampoco creo que fuera razonable que lo hubiera. Aquí entran en juego muchos factores y el más importante, el grado de cercanía y de conocimiento del anfitrión. Porque no es lo mismo que te invite tu jefe o un amigo de la infancia.
Lo que si podemos es seguir unas pautas generales. Y es que el protocolo es, básicamente, sentido común.
Al final, la regla básica es que el regalo sea sencillo, pero bonito y de buen gusto.
Una vez elegido el regalo, hay que prestarle atención a la presentación. El envoltorio dice mucho del interés que has puesto en agradar, que al final es el objetivo.
Y por último, y no por ello menos importante, es la tarjeta o nota de agradecimiento que debe acompañar al detalle.
Como última pauta para ser el invitado perfecto, no olvides entregar el regalo en el momento del saludo, en el recibidor, justo antes de pasar al salón con el resto de los invitados.